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Amando de Miguel

El arte de bien hablar y otras cuestiones retóricas

Estamos ante la figura de la sinécdoque: tomar el símbolo por la cosa. En ese caso el "mercurio" por la "temperatura". Es como decir el "oro" para el triunfo en una competición olímpica.

Aurora Grandal se fija en esa moda de "anteponer lo que es a cualquier nombre". Para mí que se trata de un nuevo "vacío semántico", es decir, palabras que no significan nada, pero que sirven para alargar y adornar el discurso. Si bien se mira, no es nuevo; forma parte del habla tradicional, un tanto vulgar. Acaso tenga una justificación cuando se asocia con un nombre geográfico, cuya localización resulta imprecisa. Por ejemplo, "el lince se encuentra en lo que es la parte más espesa de Sierra Morena". Pero, fuera de esos limitados casos, la muletilla del lo que es puede llegar a ser irritante.

Pedro Manuel Araúz (Manzanares de la Mancha) anda preocupado con la cuestión del "miedo escénico", el temor que asalta a las personas que tienen que hablar en público. Don Pedro cree efectiva la solución de buscar una persona conocida en el público y dirigirse a ella prescindiendo del resto. Me siento en radical desacuerdo con ese truco. Precisamente lo peor de un conferenciante, profesor o cualquier otro orador es "clavar" su intervención en una persona. También es malo no mirar a nadie o mirar sobre todo a una pantalla donde aparecen algunas palabras o esquemas. El "miedo escénico" se quita actuando muchas veces, lo mismo que el buen torero se arma de valor con cada toro que viene a su encuentro. Es más, el actor, el torero o el profesor (qué curioso que el torero sea "maestro") experimentados saben que es bueno tener un poco de "miedo escénico".

El arte de hablar en público sin decir nada es muy necesario y tiene mucho mérito. Alfredo Díaz me manda una utilísima plantilla para todo aquel que tenga que pronunciar un discurso en una convención empresarial. Se puede empezar por cualquier casilla de la columna I y luego seguir por cualquiera de la II, III y IV en ese orden pero de cualquier fila. Por razones de economía de espacio, transcribo solo la mitad de la plantilla. Es suficiente para darnos cuenta de la inanidad de tantos discursos como se oyen:

I II III IV

Queridos compañeros

la realización de las premisas del programa

nos obliga a un exhaustivo análisis

de las condiciones financieras y administrativas existentes

Por otra parte, y dados los condicionamientos actuales

la complejidad de los estudios de los dirigentes

cumple un rol esencial en la formación

de las directivas de desarrollo de cara al futuro.

Asimismo

el aumento constante, en cantidad y extensión, de nuestra actividad

exige la precisión y la determinación

del sistema de participación general

Sin embargo, no hemos de olvidar que

la estructura actual de la organización

ayuda a la preparación y a la realización

de las actitudes de los miembro hacia sus deberes ineludibles

De igual manera

el nuevo modelo de actividad de la organización

garantiza la participación de un grupo importante en la formación

de las nuevas proposiciones

La práctica de la vida cotidiana prueba que

el desarrollo continuo de distintas formas de actividad

cumple deberes importantes en la determinación

de las direcciones educativas en el sentido del progreso

Luis Abenza comenta la socorrida imagen de que "el mercurio sube o se cae por los suelos. ¿No sería mejor decir llanamente que las temperaturas suben o bajan?". Estamos ante la figura de la sinécdoque: tomar el símbolo por la cosa. En ese caso el "mercurio" por la "temperatura". Es como decir el "oro" para el triunfo en una competición olímpica. El lenguaje alegórico o imaginativo es parte inevitable del lenguaje. Se aconseja no reiterar mucho las imágenes, pero tampoco hay que prescindir de ellas. Si elimináramos del todo las imágenes, alusiones y metáforas, las palabras mismas desaparecerían y volveríamos a los gruñidos primigenios.

José Antonio Martínez Pons se explaya respecto al uso de "palabras innecesarias en el discurso". En su opinión ese rasgo lo cultivan todavía más los italianos. Don José Antonio precisa que en la enseñanza de Italia se siguen haciendo exámenes orales, una institución desaparecida en España. Concluye:

En Italia hasta un barrendero habla discurseando, aquí escuche usted a quienes hablan por la tele, aparte de disfrazarse de pordiosero hablan como carboneros de montaña, entrecortado, sin hilazón y sin vocabulario, aunque tengan carrera.. Lo dicho, los italianos siguen siendo pueblo del ágora y yo creo que es bueno.

No creo que el asunto tenga nada que ver con la facundia latina. Mi impresión es que las "palabras innecesarias" (lo que llamo "vacíos semánticos") es algo a lo que se recurre todavía más en inglés. La razón es paradójica. El inglés es un idioma que apela a los hechos, a lo concreto y necesita el desahogo de los "vacíos semánticos". Algunos ejemplos:

  • it goes without saying (= no hay por qué decirlo)
  • as a matter of fact (= realmente)
  • so to speak (= por así decirlo)
  • in one way or another (= de una u otra manera)
  • in any case (= en cualquier caso)
  • somehow (= de alguna manera)

Hay cientos de esos latiguillos que no significan nada y que cumplen la función de dulcificar las frases. Algunos los hemos importado recientemente en el español coloquial.

Carlos Gordo Blanco comenta mi lista de "adjetivos automáticos", los que se aproximan a expresiones troqueladas para no tener que pensar mucho. No está de acuerdo con "mala catadura", pues catadura significa semblante, gesto, aspecto y por tanto podría haber "buena catadura". Tiene razón don Carlos, pero en la práctica es difícil oír lo de "catadura" en su sentido laudatorio. A la lista inicial, don Carlos añade "vil asesinato". También le resulta curioso el término de "malherido", pues no existen los "bienheridos". Aunque en catalán estarían los lletraferits: una especie de estigmatizados por la Literatura.

Pedro Manuel Araúz (Manzanares de La Mancha, Ciudad Real) me envía algunas comparancia chuscas para completar la lista que aquí se va tejiendo:

  • Viaja más que las maletas de la Piquer.
  • Menos porvenir que un espía sordo.
  • Más corto que la sombra de un "guá". (entonces no había golf, solo canicas.)
  • Más lento que el caballo del "malo" (en las películas del oeste siempre era alcanzado).
  • Más liado que un gato con un "menudo", (intestino delgado).

 Juan Carlos Asenjo Castillo sigue enriqueciendo la lista de comparaciones ingeniosas:

  • "Más perro que Niebla" (el perro que aparecía en Heidi)
  • "Más perro que la chaqueta de un guardia" (evidentemente en estas dos "perro" equivale a holgazán y, en esta última, la preposición de se suele omitir)
  • "Más quemao que la moto de un hippie"
  • "Más chulo que un ocho"

Rafael Pellegrini aporta una nueva comparancia: "Esto está negro como cojón de fogonero".

Rosario Martínez Barranco (París, Francia) me envía una comparancia venezolana: "Estar más perdido que un lunar en el culo de un negro".

En Sociedad

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